
Un flujo turbulento de coches, miles de coches, infinidad de coches que se enredan entre sí, trata de escapar de Madrid un viernes por la tarde en el que llueve mucho y la gente sale escopetada de sus trabajos. Esa masa metálica se va atascando en torno a centros comerciales, grúas, urbanizaciones, descampados o esa discoteca de famosos en la que el taxista asegura haber visto una vez a Guti, el futbolista. Esto es la ciudad, esta maraña de gente, deseos y metal, este caos lo suficientemente ordenado para llamarlo civilización. La disquisición viene al caso porque Martín Caparrós (Buenos Aires, 68 años), escritor y periodista, publica un libro sobre una ciudad, Buenos Aires —su ciudad—, y sobre las ciudades en general. Se titula BUE (Random House) y es un artefacto raro donde mezcla frases cogidas al viento, la vida de algunos ciudadinos (que no ciudadanos), reflexiones sobre este lío gigantesco que decimos que es la urbe y una trama sobre una casa en la que se da el auge y caída de una familia argentina de origen italiano durante los siglos XX y XXI. “Una sinfonía disfónica de personas, voces, situaciones e historias que puede dar la sensación del caos maravilloso que es la ciudad”, según el autor. Más informaciónDespués de hora y media de carretera a trompicones se arriba a Torrelodones, que no se sabe si es campo o ciudad, pero donde se vería el verde si no hubiera ya anochecido. Allí, Caparrós, a bordo de su silla de ruedas motorizada y tras su icónico bigote, recibe en su casa con jardín y a la penumbra de su ordenador. Le acompaña su gata Tita, que tiene piel de leopardo. En la estantería un título enmarcado, muy ad hoc, le reconoce como “ciudadano ilustre de Buenos Aires”. O sea, que sabe de lo que habla. “Yo, que he viajado tanto, siempre pensé que lo realmente difícil era contar la manzana de mi casa, porque es donde hay que aprender a mirar la cotidianidad. Ahora son las 5.000 manzanas de mi ciudad”, dice con esa voz argentina, grave y melosa. La ciudad y sus azares, esos que tanto interesan al autor y que, a su juicio, han hecho que los seres humanos hayamos construido todo tipo de religiones, supersticiones y órdenes cósmicos, para tener la sensación de que las cosas no pasan porque sí, aunque muchas veces así sea. “Azar acecha”, repite el leit motiv del libro. Buena parte de la obra de Caparrós consiste en libros omnicomprensivos, ambiciosos, que tratan de explicar casi el mundo entero: en El mundo entonces trata de contar el presente desde el futuro, en La historia narra la historia de una civilización inventada, Hispanoamérica entera en Ñamérica, el hambre global en El hambre… Y ahora la ciudad, la ciudad, también, entera. “Me resulta difícil dejar cosas afuera… será por ansiedad. Envidio a la gente que puede concentrarse, no sé, en una cucaracha, pero eso a mí no me ha sido dado”, cuenta. Martín Caparrós, que recientemente ha publicado ‘BUE’, una novela que trata de transmitir la sensación caótica de las ciudades, en su casa el 7 de noviembre de 2025.Pablo MongeCaparrós ha vivido en muchas ciudades, pero un día decidió que quería vivir en un sitio más campestre. Fue cuando, viniendo de Zambia, de escala en Johannesburgo, se alojó en la casa de un matrimonio griego a las afueras. Quería algo así y lo encontró en Torrelodones, donde lleva unos ocho años. “La ciudad es un espacio tremendamente ocupado: vivimos con gente encima de nuestras cabezas y debajo de nuestros pies, miramos por la ventana y hay más gente, es un poco inquietante si se piensa, aunque estamos acostumbrados”, observa el escritor. Las ciudades, por lo demás, se están convirtiendo en otra cosa. “Las ciudades, las ciudades privilegiadas donde la gente quiere vivir, se están transformando en decorados que se parecen mucho a Roma o Barcelona. Y eso hace que la gente no pueda vivir en esas ciudades”, dice. En una novela suya, Sinfín, Caparrós inventa una tecnología de Realidad Virtual mediante la cual uno puede viajar sin salir del cuarto de baño: quizás eso sea la solución al problema del turismo masivo que destruye las urbes, al menos las urbes vivas, tal y como cuenta Caparrós a Buenos Aires: “Ahora la gente viaja para ver algo muy distinto y se encuentra con algo peor que el supermercado de al lado de casa”, dice. En los últimos tiempos Caparrós ha venido hablando mucho, y con mucha valentía, de su enfermedad, la ELA, que le va haciendo perder el control de su cuerpo, reportando desde ese trance vital (igual que otro escritor, Juan José Millás, viene reportando sobre el viaje de la vejez y las cercanías de la muerte). “No me cansa si puedo ayudar a otros afectados de esta enfermedad tan poco frecuente y contra la que no se puede hacer nada. Estas últimas semanas tocó hablar de la ley de la ELA, que no se está aplicando. Pero también me gusta hablar de todas las cosas que he hecho en mi vida: no es mi mayor mérito tener ELA”, bromea. El futuro a veces lo siente como algo ajeno: “Es raro pensar que en unos años, con suerte, no voy a estar más, no voy a ser”. Y es raro para una persona con tanta pasión por lo que pasa en el mundo. “Una cosa sé del futuro, al menos: que al día siguiente habrá una necrológica”, bromea. Un hombre cruelJavier Milei, anarcocapitalista y roquero, ha vuelto a ganar en las elecciones legislativas argentinas. ¿Explicaciones? “Es un hombre cruel, no tengo explicaciones. Supongo que Argentina, que se tiene a sí misma como un país solidario, no es el país que pensamos que es”, dice el periodista. “Los que habían gobernado antes fueron catastróficos, se necesitaba algo distinto. La pregunta es por qué lamentablemente la novedad ha sido Milei”. En su haber Caparrós tiene la novela digital e interactiva Vidas de J.M, basada libremente en la niñez de Javier Milei. Más informaciónLa crisis de la democracia se debe, a juicio del autor, a que varias generaciones han experimentado cómo este sistema no ha conseguido satisfacer sus expectativas legítimas. Una solución: que los políticos dejen de insultarse y de meterse en laberintos judiciales, como describe Caparrós la política española, y que le hablen a la gente. “Zohran Mamdani ha hablado a los trabajadores, a los marginados, a las mujeres, a los migrantes, a los jóvenes, ¿por qué extraña que le hayan votado para alcalde de Nueva York? A veces las viejas costumbres políticas funcionan. Hay que recuperar la confianza”. Martín Caparrós cree que la literatura tiene que preocuparse por la trama pero también por la forma: “Nos hemos llegado a creer que la literatura se reduce a contar cuentos”.Pablo MongeDecíamos que BUE es un artefacto raro, híbrido y poético, fragmentario. No es solo lo que cuenta, sino cómo lo cuenta; no es solo lo que expresa, sino lo que trata hacer de sentir. “Es que hemos llegado a pensar que la literatura se limita a contar un cuento”, explica. Piensa que, después de los intentos de vanguardia del XX, la escritura ha vuelto a años atrás. “Otras artes se han movido: la música ya no es como Liszt o Chopin, nadie pinta como Delacroix. Pero se sigue escribiendo como escribían Balzac, Hugo o Baudelaire, estamos anclados en lo de hace 200 años”, dice. La literatura, para Caparrós, debe trascender la trama y buscar nuevos caminos formales, idea que contrasta con las polémicas en torno a los últimos premios Planeta (el argentino ganó la edición latinoamericana en 2004) y la defensa de Juan del Val, el último ganador (un millón de euros), de la literatura para el pueblo contra la literatura para las élites. “Me parece muy bien que se gane un premio por hacer churros con papel, pero no estamos hablando de literatura”, sentencia.Caparrós es un escritor muy prolífico. Lleva unos 50 libros en su haber (sin contar su actividad periodística cotidiana) y reúne una apabullante colección de premios, reconocimientos y doctorados honoris causa, aunque más que los reconocimientos lo que le da gusto es “terminar bien una frase”. Recientemente ha lanzado La verdadera vida de José Hernández (Random House), con su amigo el ilustrador Rep, que viene a ser la historia del autor del poema nacional argentino, el Martín Fierro, contada en verso por el propio Martín Fierro. Otra cosa rara. No para: está preparando un ensayo (también raro) sobre esta era, que quiere llamar la Era Occidental, donde todo el mundo se rige por la hegemonía de una pequeña porción del mundo, de las ideas políticas a la música o la ropa, y en la que, en su reverso tenebroso, se ha matado gente como nunca en la historia. “Aunque venga una Era Oriental, la liderará el Partido Comunista Chino, que se basa en una idea, el comunismo, creada en Occidente”, dice Caparrós. Y tiene “cinco o seis” libros inéditos que quiere publicar. “Yo no me siento especialmente prolífico”, dice, “ahora la salud no me permite hacer muchas cosas como caminar por ahí o viajar demasiado, pero hay pocas cosas que me gusten más que escribir, y tengo la suerte de que lo puedo seguir haciendo”, concluye. Fuera, a lo lejos, la ciudad acecha, llena de azar.
Martín Caparrós: “Seguimos escribiendo como hace 200 años” | Cultura
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