Con un discurso incompatible con las reglas más básicas de la diplomacia, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha aprovechado la tribuna de la Asamblea General de Naciones Unidas para hacerse publicidad como pacificador en jefe —resolviendo guerras que la ONU es incapaz de terminar, subrayó— y el estadista que ha devuelto a EE UU a una edad dorada. También se ha presentado como el azote de cualquier cosa que suene a multilateralismo, incluido el desarrollo sostenible, uno de los objetivos declarados de la organización. Más informaciónSu intervención ha superado el tiempo del que disponen los mandatarios para dirigirse a la Asamblea, pautado al milímetro en el caso del resto de líderes, pero que en su caso nadie se atrevió a limitar: no apareció la luz roja que indica que el tiempo se ha acabado. En su discurso, el republicano desplegó primero bromas y chanzas para enseguida arremeter contra el orden mundial, el papel y la eficacia de la ONU e incluso el derrotero del resto de sus países miembros, a los que, advirtió, “la inmigración está arruinando”.“Es hora de terminar con este fracasado experimento de fronteras abiertas”, porque, aseguró, “sus países se están yendo al infierno” debido a la inmigración, acusando a la ONU, sin pruebas, de financiar oleadas de migrantes para que crucen ilegalmente a Estados Unidos. FotogaleríaSu Gobierno, subrayó, “ha tomado medidas contundentes para frenar rápidamente la migración irregular”, oponiendo el ejemplo de EE UU al caso perdido de Europa, donde, citando oscuras estadísticas, deploró la masiva presencia de extranjeros en sus cárceles. Por el contrario, el país que se ha convertido en la cárcel subrogada de Trump, El Salvador, recibió una mención especial por “encarcelar a tantos criminales” que se hallaban en EE UU de manera irregular y que fueron expulsados en los últimos meses. El mandatario se salió del guion, lanzándose a la improvisación por el fallo del teleprompter, una avería que, junto a la de las escaleras mecánicas de acceso a la sala de la Asamblea General, le hicieron bromear sobre el mal funcionamiento de la organización. Este problema se habría remediado, aseguró, si hace años, cuando era un magnate inmobiliario, le hubieran concedido la contrata para renovar sus instalaciones. Esa alusión del mandatario que entiende más de dólares que de diplomacia marcó los primeros compases de su largo discurso, cuatro veces más largo que los del resto de líderes.El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, llega a la asamblea de la ONU, este martes.Mike Segar (REUTERS)Una portavoz de la Casa Blanca había adelantado que Trump iba a hablar acerca de “cómo las instituciones globales han deteriorado significativamente el orden mundial”, pero se quedó muy corta. Trump no negó el potencial de la ONU, al menos, aunque “todo lo que parece que hace es escribir cartas con palabras muy fuertes y luego nunca darle seguimiento”. Las de la ONU, insistió, “son palabras vacías, pero las palabras vacías no resuelven guerras”. Por eso aseguró que “todo el mundo” está pidiendo que le concedan el Nobel de la Paz, aunque añadió, con una modestia desacostumbrada en él: “Lo que me importa no es ganar premios, sino salvar vidas”.Quejas contra el Reino Unido y Brasil Su discurso fue una sucesión de quejas, de la inmigración que considera que está arruinando al Reino Unido a la persecución política que, en su opinión, se está produciendo en Brasil al expresidente, y correligionario suyo, Jair Bolsonaro (condenado por la justicia a 27 años de cárcel por intento de golpe de Estado). Pero no arrojó ninguna pista de lo que debería ser la ONU ocho décadas después de su fundación; al contrario, tiró a dar, y rematar, a la organización. “Soy muy bueno en estas cosas. Vuestros países se están yendo al infierno”, dijo, una ruina que atribuyó a la inmigración que él sí ha sabido frenar, la principal jactancia de su alocución. Otra, que los aranceles que ha impuesto son “un mecanismo de defensa” para proteger la economía estadounidense, en un mundo en el que “el comercio debe ser recíproco”. Uno de los pocos gestos de colaboración hacia la ONU fue el anuncio de que su Administración liderará un esfuerzo internacional para hacer cumplir la convención sobre armas biológicas mediante la creación de un sistema de verificación basado en inteligencia artificial. “Hago un llamamiento a todas las naciones para que se unan a nosotros con el fin de poner fin al desarrollo de armas biológicas de una vez por todas. Espero que la ONU pueda desempeñar un papel constructivo”.El republicano arrancó su discurso como si estuviera dirigiéndose al Congreso de EE UU o, sin más, a los asistentes a uno de sus mítines: arremetiendo contra su predecesor, Joe Biden; también contra sus oponentes políticos y los aliados de la OTAN que han reconocido al Estado palestino, porque ello supone “una recompensa demasiado grande para Hamás”. Donald Trump, en un momento de su intervención. picture alliance (dpa/picture alliance via Getty Images)“Como [si fuera] para alentar la continuación del conflicto, algunos miembros de este organismo buscan reconocer unilateralmente el Estado palestino. La recompensa sería demasiado grande para los terroristas de Hamás, por sus atrocidades”, señaló. Sobre Gaza, repitió su exigencia de la liberación de los rehenes —“queremos que todos regresen”, vivos o muertos—, pero sin mencionar la ofensiva israelí para tomar Ciudad de Gaza ni sus promesas pasadas de enviar ayuda humanitaria al enclave. Entre los tímidos aplausos de la sala, se escucharon los del embajador israelí. Cuestionando la utilidad de Naciones Unidas por no haberle ayudado en su objetivo de poner fin a las guerras en el mundo (“si ese no es su propósito, ¿cuál es la utilidad de la ONU?”, se preguntó), reivindicó su papel a la hora de haber acabado desde enero con siete conflictos, mediante treguas en muchos casos precarias. “Es una lástima que tuviera que hacer yo estas cosas en lugar de Naciones Unidas. Y tristemente, en todos los casos, Naciones Unidas ni siquiera intentó ayudar en ninguno de ellos. Terminé siete guerras, traté directamente con los líderes de cada uno de estos países, y ni siquiera recibí una llamada telefónica de la ONU ofreciendo ayuda para cerrar los acuerdos”, denunció, a medio camino entre el agravio y la jactancia.Sobre la de Ucrania, exigió a los países europeos que dejen de comprar gas y petróleo a Rusia para poder poner fin a la guerra. “No pueden estar haciendo lo que están haciendo. Están comprando petróleo y gas de Rusia mientras luchan contra Rusia. Es vergonzoso para ellos, es muy vergonzoso”, declaró.El republicano mostró especial fijación con la energía. Tras arremeter contra las energías renovables, elogió a Alemania por volver a la nuclear y al uso de combustibles fósiles. “Todo lo verde está en bancarrota”, afirmó. De nuevo fuera del guion, dedicó 10 minutos al “engaño del calentamiento global”, celebrando la retirada de su país del acuerdo del clima de París y elogiando el “carbón limpio y hermoso”, con los dos adjetivos que forman su muletilla para todo. Sobre las exportaciones energéticas estadounidenses, añadió: “Gran parte del mundo se ha aprovechado de Estados Unidos, pero eso se ha acabado”. En ese capítulo también incluyó a Europa, a quien dijo “amar”, pero advirtiendo a Bruselas de que la inmigración y la “catástrofe energética” están socavando su existencia. El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, en la Asamblea General de la ONU, este martes. Jeenah Moon (REUTERS)Si después del discurso de Trump la ONU sigue en pie, su salud está más que garantizada. Ya lo había adelantado el jefe de la —teórica— diplomacia estadounidense, Marco Rubio, en declaraciones a la Fox un par de horas antes del discurso de Trump: “Se puede anticipar que el presidente hará referencia a su propia historia con la ONU, que se remonta a su época como promotor inmobiliario. De hecho, se ofreció a reformar el edificio de la ONU, pero ellos decidieron tomar otra dirección y malgastaron una gran cantidad de dinero… Es emblemático de lo ineficaz que se ha vuelto la ONU”, dijo Rubio. Trump amplió y corrigió sobre la marcha ese discurso demoledor, ante una audiencia estupefacta y sin derecho al pataleo por unas mínimas reglas de la diplomacia que el republicano se permitió ignorar.El republicano tiende la mano a Guterres tras arremeter contra la ONUDespués de arremeter contra la ONU, a la que tildó de ineficaz, durante su discurso de este martes a la Asamblea General, Donald Trump ha mantenido una reunión bilateral con el secretario general de la ONU, António Guterres, en un tono radicalmente distinto. El responsable de la ONU subrayó el papel “esencial” de EE UU en la organización y elogió al republicano por trabajar en pro de “la paz”. “Estamos totalmente a su disposición para trabajar juntos en pro de una paz justa”, le respondió el presidente de EE UU, según la transcripción de la conversación de los periodistas acreditados en la Casa Blanca, que tuvieron acceso unos minutos a la sala.
Del lado de Trump, se sentaban su nuevo embajador ante la ONU, Mike Waltz; el secretario de Estado, Marco Rubio; Susie Wiles, jefa de Gabinete de la Casa Blanca, y Steve Witkoff, enviado especial para Oriente Próximo. Trump dijo: “Siempre es un honor estar aquí, pero esta vez ha sido más emocionante con [las averías de] la escalera mecánica y el teleprompter. Estas cosas pasan”, dos incidentes sobre los que bromeó en su discurso. “Nuestro país apoya al 100% a las Naciones Unidas. Creo que el potencial de las Naciones Unidas es increíble. Realmente increíble. Puede hacer mucho. Lo apoyo. Puede que a veces no esté de acuerdo, pero lo apoyo totalmente. … El potencial de paz de esta institución es enorme. Así que solo quiero darles las gracias por tratarnos tan bien”. 
Los líderes no aceptaron preguntas y, cuatro minutos después de permitírsele la entrada, el grupo de periodistas abandonó  la sala. En el exterior, unos 40 manifestantes fueron arrestados por intentar bloquear el tráfico y realizar sentadas en protesta por la intervención de Trump ante la ONU. Muchos de los detenidos lucían chalecos reflectantes amarillos.

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